Con una ligera salsa de mantequilla y vino blanco y tomates asados, estos escalopines de pollo crujientes son irresistiblemente deliciosos. Prepare este plato fácil pero elegante para una cena entre semana y sírvalo con su pasta favorita y una ensalada. ¡Qué rico!
Siempre he preferido los meses de invierno por varias razones. A saber, el descanso del sol abrasador del verano en Texas, el cambio de las mangas cortas por jerséis suaves y acogedores, y acurrucarse con tazas de chocolate caliente. Creo que el invierno es encantador, al menos en mi parte del mundo. Sin embargo, los sustanciosos guisos, estofados y asados que caracterizan a esta estación parecen carecer de los colores vivos y vibrantes de las comidas de climas más cálidos. Así que me gusta incorporar un poco de brillo primaveral y veraniego a mi cocina de clima frío. Lo cual es conveniente, porque el invierno es la temporada de los cítricos.
Puede que mi termostato esté helado, ¡pero aquí se está bien calentito! Hoy vamos a cocinar unos escalopines de pollo tiernos y crujientes con tomates, alcaparras y una suave salsa de mantequilla y vino blanco. Perfectos para ocasiones especiales y para las noches entre semana que requieren una comida casera fácil y elegante.
Una de mis bebidas refrescantes favoritas y un alimento básico en la cocina durante todo el año es el vino blanco. Vino descalzo tiene un maravilloso Pinot Grigio con notas de manzana ácida y melocotón. La aterciopelada y mantecosa salsa de limón que el vino cocinó a fuego lento maridó a la perfección con este pollo. También es un buen complemento para platos de pasta picante y un delicioso acompañamiento para pizzas.
Siempre digo que hay que cocinar con un vino cuyo sabor te guste de verdad. Así que, como sé que éste te va a encantar, coge una botella para cocinar y tómate una copa mientras trabajas. Guarda un poco para saborear con la comida. Este pollo y el vino saben increíblemente bien juntos.
Sé que te encantará este pollo sencillo, irresistiblemente crujiente, servido sobre tu pasta favorita y aderezado con tomates dulces y alcaparras ácidas. Acompáñalo de una ensalada y unos gajos de limón, ¡y tu deliciosa (y colorida) cena estará lista!