Crujientes y tiernos potstickers al vapor, ¡hechos fácilmente en una sartén! Sumérjalos en una deliciosa salsa casera para realzar su sabor. Son una comida perfecta o un acompañamiento fácil para carnes y verduras a la parrilla.
Cuando estamos estancados y nada nos gusta para cenar, a menudo recurro a las albóndigas congeladas como un descanso sencillo y lleno de sabor de nuestras comidas cotidianas. Cada bocado es crujiente, salado, se deshace en la boca, cocido al vapor o frito en sartén, y sumergido en una deliciosa salsa de aceite de sésamo, soja, copos de chile y vinagre de arroz. Nos encanta servirlos como plato principal en las acogedoras noches de cita, cargadas de carbohidratos, o como guarnición de carnes a la parrilla, ensaladas verdes y montones de fideos calientes.
Tengo entendido que hay muchas recetas de gyoza, potstickers, o como se llamen, albóndigas caseras, que sin duda las hacen mejor los profesionales (no yo). Pero, para estas deliciosas albóndigas, lo mío es la rapidez y la facilidad. Compra un lote congelado, cocina para tu gente hambrienta y podrás disfrutar de ellos cualquier noche de la semana, sin apenas tener que limpiar. ¿Te parece bien? Me parece bien.
Nuestra marca favorita es Trader Joes, tanto para las gyozas de cerdo como para las de verduras, y la mayoría de los supermercados también tienen albóndigas congeladas. Yo prefiero cocerlas primero al vapor (recién sacadas del congelador; no hace falta descongelarlas) y luego freírlas ligeramente en aceite para que queden doraditas y crujientes, lo que ayuda a «recoger» la deliciosa salsa para mojar.
Sin esta salsa, que mi marido me presentó por primera vez, estas albóndigas no serían lo mismo. Realmente complementa el delicioso sabor a palillo de los dumplings, sea cual sea el sabor que elijas. Sólo se puede decir que es perfecta para acompañar los potstickers: ácida, salada, dulce y rebosante de exquisitez.
Prepare una tanda y compruebe lo fácil y elegante que puede ser la hora de la cena.